Fue mandado edificar por Yusuf I y le dio el mayor impulso a las obras de este, sin embargo, su asesinato le impidió verlo terminado, y no llegó a alcanzar su fisonomía definitiva hasta el 1370, en el reinado de su hijo Muhammad V, a mediados del siglo XIV. El inicio de la construcción del Palacio de Comares fue en torno al Patio de los Arrayanes.
La función principal de este Palacio era de residencia oficial del sultán y todas las dependencias se levantaron en torno al Patio de los Arrayanes.
En la parte superior se encontraban las estancias privadas de las mujeres, y cuyas ventanas, que se aprecian en la fachada de Comares, están cerradas con celosías de madera para guardar al máximo su intimidad.
Para ir de una sala a otra era obligatorio pasar por el patio. Igual ocurre en Comares. El Patio de los Arrayanes es el eje principal por el cual se distribuyen las plantas. El elemento más representativo de esta estancia es su alberca alargada, que se integra con la arquitectura y sirve como espejo para reflejar los edificios. Su vegetación se armoniza con el entorno y se acopla maravillosamente a la alberca.
La sala ha sufrido muchas modificaciones a causa del deterioro y de un incendio ocurrido en 1890. Se terminó su restauración en 1965 y se intentó devolver la estancia a su estado original.
Este espacio tenía la función de antesala al gran Salón de Comares, el espacio más importante del palacio. Hay varias teorías sobre el origen del nombre, una de ellas defiende que deriva de la palabra árabe al-baraka, que significa “la bendición” y por ello, era donde el nuevo sultán rogaría el auxilio divino antes de tomar posesión del trono en el gran salón contiguo. Hay otras teorías que opinan que su nombre deriva de la forma semicilíndrica de la bóveda de la estancia, como un casco de un barco invertido.
Este espacio es conocido como, Salón de Comares, del Trono o de Embajadores, y es la más importante de todo el Palacio. El salón era el símbolo del poder terrenal del sultán y su arquitectura así lo quería reflejar. Aquí era donde se encontraba el trono, y su majestuosidad era intencionada, para hacer resaltar a las visitas oficiales el poderío del monarca. El visitante entraba casi a ciegas a una sala en penumbra desde el patio exterior, y necesitaba de algún tiempo para poder ver al fin al sultán.
El salón está repleto de inscripciones a manera de decoración que son poemas de alabanzas a Dios y al sultán o textos del Corán. La estancia está rodeada de zócalos de vidrios que forman figuras geométricas sobre el que hay una delicadísima decoración de atauriques recubriendo la pared, rematada por una cornisa de mocárabes.
Los hammam o baños era uno de los lugares imprescindibles en el mundo islámico, y es por este motivo que en el Palacio de Comares existiera uno. Todos los palacios disponían de su hammam, pero este es el único que se ha conservado integro, no solo en la Alhambra, sino en todo occidente.
Los Baños constan de dos partes: la Sala de las Camas, que era la zona seca; y la zona húmeda, donde se producían los baños de vapor. Esta zona húmeda se componía de una sala fría, una templada y una caliente, las tres con bóvedas horadadas por lucernas de cerámica vidriada con formas lobulares y estrelladas. Bajo el suelo de la sala caliente se situaba el hipocausto junto al que estaban el horno y la caldera, y una serie de habitaciones donde se almacenaba la leña.
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